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domingo, 25 de abril de 2010

La vida de Bryan

* A los 15 años, lo acusan de dos homicidios. Pero esta es la historia de un cabro chico.
Por Jorge Rojas


Durante 21 días fue el niño más buscado de Chile. En febrero mató a balazos a Sergio “Chendo” Guzmán, un narcotraficante de La Legua, y un año y medio antes ya había hecho lo mismo con su hermano Luis Guzmán. La prensa lo pintó como “Caracortada” y la policía lo persiguió con 100 detectives. Pero esta es la historia de un niño que a los 9 años se quedó sin padres y tuvo que dejar el Play Station para tomar las pistolas y defender lo que le quedaba de familia del resto de los narcos. “Las pistolas no eran el juguete del Bryan”, aclara su hermana.

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Cuando Bryan tenía nueve años, los detectives le hicieron una predicción. Ocurrió el 19 de mayo de 2004 cuando en un operativo entre los pasajes Santa Catalina y Sánchez Colchero, de La Legua, detuvieron a su madre Bernarda Calderón por tráfico de cocaína y marihuana.

-Cuando mi mamá cayó presa, la casa de nosotros fue la última que reventaron y ella nos sentó a los tres hermanos menores en la cama y nos dijo: “a mí me van a llevar, pero siempre voy a estar con ustedes”. Cuando entraron, nos tiraron al suelo y a ella la metieron al baño. Ahí empezó el llanto y uno de los detectives le tocó la cabeza al Bryan y le dijo: “Bryan, tú te quedas ahora con el mando; tú vas a ser el nuevo narcotraficante de La Legua”. Nunca me voy a olvidar de esas palabras. El Bryan lloraba; era súper niño –recuerda C.G. su hermana.

Pero el Bryan no se convirtió en el narco que todos esperaban que fuera. Si bien consumía marihuana, su rol en el clan nunca estuvo cruzado por la droga. Lo de él era la seguridad de su familia, de las hermanas que, como él, habían quedado primero sin su padre, Óscar Eleuterio Gálvez, alias “El Loco Tello”, también preso por tráfico, y luego sin su madre.

El Bryan de esta historia es el mismo niño -hoy de 15 años- que el jueves pasado fue detenido en Curicó luego de 21 días de fuga tras haber matado a tiros a Sergio “Chendo” Guzmán Oses, un lanza internacional y narcotraficante del pasaje Francisco de Zárate de la misma Legua. A su corta edad, no es el primer homicidio que tiene. En julio de 2008 mató al hermano del Chendo, a Luis Guzmán Oses, también a tiros. Todo por una pelea entre clanes de drogas que comenzó en el año 2005 y que enfrentó a los “Gálvez” y a los “Potos con pelos”.

-Esto no es que simplemente el Bryan se levantó un día, se convirtió en malo y fue a matar al Luis y al Chendo. Esta es una historia que lleva mucho tiempo formándose –dice C.G.


EL ORIGEN DEL PROBLEMA



Con el “Loco Tello” y Bernarda Calderón en prisión; con su hermano Carlos Gálvez preso por homicidio y con otro fugado por narcotráfico, el Bryan y a sus hermanas debieron arreglárselas solos. Los primeros meses vivieron de la plata que recaudaron con la venta de las joyas que Carlos Gálvez le había traído a su madre de los múltiples viajes que hacía a Europa como lanza internacional. La situación era precaria porque la policía no sólo había desbaratado las bandas de narcotráfico: también les habían incautado los bienes que provenían del negocio.

En esa época la población entera padecía lo mismo. Era la etapa más dura de la intervención de La Legua, esa que había comenzado el 2002, cuando en un operativo de tres semanas el gobierno se había instalado allí con tanquetas y armamento pesado para apresar a todos los líderes de los clanes que se repartían los pasajes. La misma intervención que prometía un aumento de recursos para gastos sociales, pero que los vecinos de ese lugar nunca vieron. La falta de fondos terminó en que los niños abandonados, con padres presos, aumentaron por montón. Esa era la situación de los más pequeños de los Gálvez Calderón.

-Cuando pasaron los días estábamos muy mal, porque no sabíamos hacer nada y unos padrinos se hicieron cargo de nosotros. Dejamos de ir al colegio y mi hermana y yo quedamos embarazadas y nos fuimos de la casa. En un año la familia se fue a las pailas- cuenta C.G.

El Bryan quedó solo. Sabía cocinar y lo más importante, recuerdan en su familia, lavaba y planchaba su ropa, porque para él andar bien vestido era un estatus que debía mantener. Le gustaba la ropa de marca, como Lacoste, en la que por cada tenida gastaba más de 150 mil pesos.

Pero con el tiempo fue la misma soledad la que lo llevó a pedirle alojamiento a su hermana Gema en La Florida, que ya llevaba cinco años emparejada con Osvaldo Guzmán Sotelo, alias El Tato, padre de los hermanos que tiempo después el Bryan asesinaría.

-La Gema estuvo diez años con El Tato. El Bryan vivió cinco con ellos. El Tato era narco y hace cinco años le hicieron una mexicana y le quitaron como 90 kilos de droga. Él le echó la culpa a mis hermanos mayores y le prohibió a la Gema que tuviese contacto con la familia. También empezó a pegarle, incluso le cortó la cara. Siempre hubo mala relación entre los hijos del Tato (Luis y Sergio) y mi hermana. La escupían y le robaban. Como Bryan se crió con la Gema, él veía todo lo que pasaba y comenzó a sentir odio -agrega C.G.

No pasó mucho tiempo para que Bryan escapara de la casa de La Florida. Tenía 13 años y estaba aburrido de los malos tratos. Volvió a La Legua. Fue en ese tiempo, a comienzos de 2008, que Luis Guzmán le pegó un balazo en el muslo mientras él estaba en una esquina y se produjo un tiroteo entre los Gálvez y los “Potos con Pelo”.

Gema también dejó al Tato, aburrida de los malos tratos. Partió con sus tres hijos a la casa de La Legua. Era un tiempo violento. La casa vecina a la de Bryan, en la esquina de Santa Catalina y que pertenece a otra de sus hermanas, aún tiene los hoyos de balas que recuerdan esa época.



En la familia cuentan que en el Bryan empezó a engendrarse odio contra sus agresores. Se sentía impotente por no tener edad ni cuerpo suficiente para enfrentarlos, sobre todo porque desde que habían quedado sin padres, él se había autoimpuesto el deber de defender a la familia.

-En ese tiempo los hijos del Tato eran los choros, pero el Bryan decía que no le importaba. Nos decía: “tranquilas, hermanas. Yo ya voy a crecer y las voy a cuidar. Y nunca más nadie nos va a hacer nada”. En ese tiempo cambió mucho. No dejaba que nadie se nos acercara y asumió todo el peso de la seguridad de la casa –cuenta una hermana. Y agrega: “hasta que un día cumplió su palabra y ese mismo 2008, cuando tenía 13 años, llegó a la casa con su primera pistola. Nos dijo: “miren lo que tengo aquí. Ahora sí que nadie más nos va a molestar”.




PRIMER HOMICIDIO

El día que el Bryan mató al primero de los hermanos Guzmán Oses fue de casualidad. No hubo un motivo, simplemente se toparon y saldaron deudas, como se dice en La Legua.



Fue el 2 de julio de 2008, cerca de las siete de la tarde. El Bryan ese día andaba en un auto que un amigo se había robado. Pese a las constantes amenazas, no era de andar con guardaespaldas, pero sí se cuidaba de no salir del pasaje, porque sabía que se podía topar con sus enemigos.

Pero ese día no tomó precaución y se encontró a boca de jarro con los hermanos Luis y Sergio que compartían un pito de marihuana con otros amigos.

-Por una calle que queda al poniente de la casa de un amigo, salió un auto y cuando pasaba frente a nosotros me di cuenta que quien iba adentro era el Bryan. Al vernos se detuvieron en la esquina de las calles San Nicolás con José Garibaldi, el Bryan bajó el vidrio y sacó un arma de fuego y disparó cuatro o cinco veces, hiriendo a mi hermano en la cabeza –declaró ante la policía Sergio Guzmán, hermano del muerto.
Su versión no es muy distinta a la que dio Bryan:



Nos encontramos con dos hermanos y me di cuenta que eran los “Potos con pelos”.
El Luis le dijo al Sergio: “lorea, hermano, donde pillamos a este conchetumadre”. Y empezó a sacar un revólver cromado y grande que tenía en el pantalón. Tomé la pistola y disparé hacia atrás tres tiros, desde la ventana trasera izquierda del auto y lo hice con mi mano izquierda, aunque yo no soy zurdo. De ahí mi amigo dio la vuelta hacia el Norte y me dijo: “qué hiciste,
huacho conchetumadre, bájate”. Yo me bajé y salí corriendo para mi casa –contó a la policía.


Esa noche, recuerdan sus hermanas, el Bryan llegó asustado, agitado, diciendo que le había pegado al Luis, que no sabía si lo había matado o no. Pero al poco rato llegó el rumor de la muerte; rumor que la familia del Bryan confirmó al día siguiente.



-Supe que el Luis había muerto por las noticias de la tele de la una. Me imaginé que era por los balazos que había disparado, pero debo decir que yo sólo quise asustarlo, nunca pensé en matarlo… No he vuelto a salir de mi casa porque tengo miedo. Como mis papás están presos, estoy con mi hermana, la que me contó que el papá de los hermanos ofreció seis millones al que me matara -declaró Bryan.

La familia del Tato atribuía el asesinato a la envidia que -decían- les tenían los Gálvez. El mismo Tato lo declaró en la fiscalía después que mataron a su hijo Luis.

-Estos problemas son principalmente porque nosotros viajábamos al extranjero y ellos no y eso provocaba envidia. Es tanta esa envidia que a varios familiares los agredieron con armas de fuego, y a todos los tienen amenazados de muerte -dijo.

Al día siguiente el Bryan se presentó con su abogado. Llegó diciendo que había matado al Luis, porque sino él lo mataba primero. Y se entregó. Como tenía apenas 13 años un tribunal de familia lo internó en un centro del Sename un par de meses. De allí se escapó al tiempo.

Desde ese momento los baleos a la casa de los Gálvez en el pasaje Catalina no pararon. Tampoco se detuvieron cuando Sergio “Chendo” Guzmán, hermano de la víctima, se fue al extranjero como lanza internacional. Eso hasta el día en que volvió para vengarse.




SEGUNDO HOMICIDIO

Durante todo el 2009 Bryan estuvo escondido en su casa de La Legua. Su familia recuerda que en ese tiempo su vida fue muy rutinaria. Por las mañanas se dedicaba a jugar con sus sobrinas al Play Station, a comer golosinas y a ver monitos en el Cartoon Networks. Y de tarde, salía a juntarse con los amigos del pasaje o se iba de compras al Parque Arauco.

-El Bryan era como un bebé. Había que tratarlo con mucho cariño. Le gustaban los caballos y mi hermano le había regalado uno que tenía al final del pasaje: lo bañaba, le daba comida, vitaminas y lo peinaba. Pero de la casa para fuera, era otra persona: era prepotente y nadie se podía pasar películas con él; como que nadie podía verlo débil, ni llorar –cuenta una hermana.



El 18 de febrero pasado Bryan salió de su casa con una pistola que dos días antes comprado en 90 mil pesos a un tipo que vendía ropa en la población. Fue esa noche que se enteró que Sergio “Chendo” Guzmán estaba de vuelta en La Legua.

-Eran como a las 21:00 horas y me encontraba solo en la esquina de Santa Catalina con Jorge Canning cuando llegó un volado al que le dicen el Cabeza de Chancho. Venía sangrando de la frente y cuando le pregunté qué le había pasado me dijo que en la calle Francisco de Zárate el “Chendo” le había pegado y que le había mostrado dos pistolas que andaba trayendo en la guata. Le dijo que con esas pistolas me iba a matar –declaró Bryan. Y agregó: “como andaba con una pistola Punto 40 con once balas, me fui corriendo a Zárate. En la calle, justo afuera de su casa, estaba el Chendo con dos conocidos de la población y al ver a Sergio le dije: ‘oye, Chendo’. Él se dio vuelta y le tiré cuatro balazos, como a tres casas de distancia”.

Después de los disparos, Bryan arrancó, no sin antes ver cómo el Chendo caía al suelo: “me di cuenta que estaba herido porque trató de caminar hacia su casa pero tropezó, luego se trató de parar y se metió a su casa como gateando”, le dijo a la policía cuando lo capturaron.

En su familia recuerdan que esa noche escucharon los balazos. Sus hermanas estaban comiéndose un churrasco en un negocio cuando vieron que el Bryan corría por el pasaje.

-Lo enfrentó porque él creía que no había otro momento, que si no lo mataba allí, al que iban a velar el fin de semana era a él. Me dijo: “hermana, si él no hubiera alumbrado sus pistolas, acá no habría pasado nada, pero si llegó con ellas es porque venía con la ‘guata mala’, con la intención de matarme” –recuerda una hermana de Bryan. Bryan, dice ella, “llegó diciendo: “¡Le pegué, le pegué, le pegué al Chendo! Hermana, me pitié un condoro. Yo quería pegarle no más porque él me iba a matar”.

Pero el Chendo no estaba herido, sino que muerto y esa misma noche Bryan destruyó la pistola con un combo de 15 kilos y la tiró a la embotelladora de Coca Cola que queda detrás de su casa. También se fue de la población a la casa que otra hermana tiene en Macul, pero por la inseguridad de los días posteriores decidió volver a La Legua. A esa altura era la persona más buscada de la población, tanto por la PDI, como por la familia del Tato que quería cobrar venganza.

Los días que siguieron la prensa comenzó a contar su historia. Lo llamaron “el pistolero de La Legua” y lo pintaron como si fuera el niño más malo de la población, poniéndolo casi a la altura de los “grandes” que han pasado, como Marcelo Magallanes, “El Pampa”.

-El Pampa sí que era malo. Él se paseaba por la calle y todos se escondían. Pero el Bryan no es como él. La Legua era del Pampa y él se paseaba por todos los pasajes. En cambio el Bryan ni siquiera podía salir de Catalina –lo defiende C.G.

Algo de razón tiene, porque durante los seis días siguientes al asesinato, el Bryan no pudo salir del pasaje. Se escondió en una de las casas de las vecinas, hasta que la PDI llegó a buscarlo en un operativo masivo que, pese a tener a más de 100 hombres por todo el pasaje, no pudo dar con él.

-La tarde del 24 de febrero una señora nos cobró 200 mil pesos por avisarnos que reventarían la casa donde estaba el Bryan. Le dije que tenía que irse o esconderse y él me dijo: “si me voy, voy a caer preso y me van a matar. Mejor me escondo acá porque mi seguridad siempre va a estar aquí” –recuerda un familiar.

El Bryan creyó en el dato y se cambió de escondite. Se metió debajo de un catre de otra casa y diez minutos después, La Legua fue cercada. El soplo era tan bueno, que el operativo partió justo por donde el Bryan había estado pocos minutos antes.

-Estuvo debajo de la cama más de dos horas, incluso los ratis pasaron por el lado y no lo vieron. Nunca salió disparando por los techos ni pasándose para la Coca Cola, porque no andaba con pistola. Esa fue una mentira para justificar el escape. Incluso cuando la policía se fue, el Bryan salió de su escondite y entró caminando a la casa de su familia -cuenta una hermana.

Entonces fue que decidió irse a Curicó y fue allí que el jueves pasado lo detuvieron, cuando tomaba un bus para volver a Santiago.




MATA CHOROS

El día que Bryan fue formalizado, el Centro de Justicia estaba lleno de parientes de los dos finados que gritaban insultos a la sala de audiencias. Sentado frente al juez, el Bryan no oyó los insultos pero sí el reclamo entre llantos que la pareja de Sergio Guzmán le hizo al terminar la audiencia: “¡desgraciado, dejaste a una guagua sin su padre!”.

Esa misma noche en el pasaje Francisco de Zarate la familia Guzmán Oses celebró. Salieron a la calle y con los vecinos se comieron un asado y tiraron balazos al aire. Había fiesta. Mientras, en el pasaje del lado, las hermanas del Bryan estaban asustadas. Les había llegado el rumor que la cosa no terminaba allí, que los “Potos con pelos” tenían listo a la persona que mataría al Bryan cuando saliera. Le pagarían con la misma moneda: sería un niño de 13 años, inimputable ante la justicia.

-Nos mandaron a decir que tenían tres “metracas” y muchas pistolas para echarnos abajo las casas -cuenta un familiar.

A la misma hora del asado y del miedo, al Bryan lo cambiaban de centro del Sename. Primero lo habían enviado a un centro para primerizos, porque es primera vez que se enfrenta a la justicia con responsabilidad penal. Pero por la tarde decidieron mandarlo a Tiempo Joven, un lugar al que él no quería ir porque allí están los primos de los muertos.

-El Bryan es primera vez que está preso y eso es como una cárcel. Van a verlo como está vestido y se lo van a comer. De hecho ya le estaban gritando cosas para la Enfermería. Le decían: “mata choros, te vamos a matar”.
A su familia le preocupa lo que pase con él, pero también reflexionan sobre cómo llegaron a esta situación. Su hermana CG cuenta:

El Bryan es un niño al que le hizo mucha falta mi papá y mi mamá. Él casi nunca iba a visitarlos y cuando tenía oportunidad de hablar con ellos les decía que él era sólo, que lo habían dejado tirado y que por eso nadie lo tenía que mandar. Su sueño era tener mucha plata porque creía que con eso sacaría a mi mamá de la cárcel. Si hubiese estado ella acá, nada de esto hubiese pasado, porque habiendo pilares la casa sigue en pie. Él está tranquilo. Me decía que está esperando que lo condenen y hacer el tiempo no más. Está convencido de que tiene que pagar por lo que hizo. Me dijo: “estoy arrepentido de lo que hice, pero no de a quien se lo hice”.